Cuerpo en Alerta: Entendiendo la Ansiedad
La ansiedad es una emoción que surge naturalmente en el cuerpo para responder a situaciones que percibimos como amenazantes o estresantes. Aunque puede sentirse desagradable, tiene el propósito de ayudarnos a sobrevivir. Para entender lo que pasa en nuestro cuerpo cuando sentimos ansiedad, primero veamos cómo funciona.
El sistema de alarma del cuerpo
Cuando nuestro cerebro valora nuestro entorno y detecta una posible amenaza, activa el SNS (sistema nervioso simpático), el cual desencadena la famosa respuesta de "lucha o huida". Esta respuesta es un mecanismo de defensa diseñado para protegernos de peligros. Aunque hoy en día las amenazas pueden ser muy diferentes (como hablar en público o una reunión importante), el cuerpo sigue reaccionando de manera similar a como lo haría frente a un tigre.
¿Qué síntomas aparecen en el cuerpo?
Aceleración del corazón: El cuerpo ante una amenaza necesita reaccionar rápidamente por lo que el cerebro manda señales al corazón para que bombee más sangre a los músculos, preparándolos para la acción.
Respiración rápida o superficial: Los pulmones también reciben señales que hacen que trabajen más para que llegue más oxígeno al cuerpo.
Tensión muscular: Los músculos se tensan para estar listos para la lucha o huida, por eso es que algunas personas pueden experimentar dolor en la espalda, cuello o mandíbula.
Sudoración: El cuerpo transpira para regular su temperatura
Molestias digestivas: las náuseas o sensación de "nudo" en el estómago, aparecen porque el cerebro disminuye la actividad del sistema digestivo.
Dificultad para concentrarse: En momentos de ansiedad, el cerebro se enfoca en la "amenaza" y puede costar trabajo pensar claramente en otras cosas.
¿Por qué aparecen estos síntomas?
Estos síntomas son una respuesta fisiológica normal que nuestro cuerpo activa para protegernos de lo que percibe como un peligro. El problema ocurre cuando esta alarma se enciende sin que exista un riesgo real o cuando se mantiene activa por mucho tiempo. El cuerpo se desgasta, generando síntomas prolongados de ansiedad.
El cerebro no distingue entre una amenaza física real y una preocupación o pensamiento negativo. Por eso, aunque no haya un peligro inmediato, la mente puede activar esta respuesta simplemente por el estrés diario o la anticipación de eventos incómodos.
¿Qué puedo hacer para manejar estos síntomas?
Oración: esta tiene un impacto en la reducción de la ansiedad porque nos brinda consuelo, perspectiva y desahogo.
Respiración profunda: Al practicar respiración diafragmática (respirar profundamente desde el abdomen), puedes reducir la frecuencia cardíaca y calmar la mente. Inhala por 4 segundos, retén el aire 4 segundos, exhala en 4 segundos y repite.
Ejercicio físico: La actividad física ayuda a liberar tensiones y equilibra los niveles de hormonas como el cortisol, que está relacionada con el estrés.
Mantén una rutina saludable: Dormir bien, comer de manera balanceada y evitar el exceso de cafeína o alcohol son claves para tener un cuerpo más equilibrado y menos propenso a la ansiedad.
Ante una respuesta exagerada puedes concentrarte en estímulos que hayan a tu alrededor con la técnica 5-4-3-2-1: 5 cosas que puedes ver, 4 cosas que puedes tocar, 3 cosas que puedes escuchar, 2 cosas que puedes oler y 1 cosa que puedes saborear.
En resumen, la ansiedad es una respuesta natural del cuerpo que busca protegernos, pero a veces se desajusta. La buena noticia es que existen herramientas para gestionar los síntomas y recuperar la calma. A veces quedarnos quietos y escuchar es la primera forma de volver a la calma.