Relaciones afectivas sanas con los hijos e hijas

¿Sabías que los humanos son los únicos seres que al nacer necesitan del cuidado de otro? Si observamos a los animales, muchos en sus especies después del nacimiento se desarrollan por sí mismos, en cambio los humanos necesitan la ayuda, el cuidado y la seguridad del otro durante las etapas del desarrollo. 

Aquí entra la importancia de las relaciones afectivas sanas en casa con los hijos, porque son necesarias para poder sobrevivir, en ellas se aseguran la existencia y pertenencia. 

El cerebro desde los primeros días de vida a nivel neuronal busca tener  conexiones emocionales y afectivas con el cuidador (mamá, papá) cuando estás se dan el cerebro literalmente brilla y se prepara para que el proceso de exploración y aprendizaje sea el más óptimo. Estas conexiones se dan desde la necesidad de la dependencia, necesito del otro para poder sentir seguridad y así desarrollar una identidad sana.  

Esta identidad se forma durante la infancia y se fortalece a partir de ¿cómo me ven los otros? Los niños a través de la exploración del mundo se preguntan: ¿me siento vista por la otra persona? 

Aquí preguntó, ¿cómo ves a tus hijos?, ¿cómo les hablas? Será que los ves desde las etiquetas “es un intenso”, “es demasiado necia”, “es terrible ya no sé qué hacer con él”, “no se queda quedita”, “es una inquieta”, “me desespera”, entre otros. O les hablas desde una intención positiva donde los ves desde sus necesidades y entiendes que es un llamado de atención ante una habilidad que necesitan  aprender y que debe ser el adulto que la enseñe en ellos.

Las palabras que uses cuando tus hijos estén en modo supervivencia donde necesitan la seguridad del adulto para resolver y ser comprendidos, se convertirá en el dialogo interno de ellos, si en ese momento utilizas: “me vuelve loca”, cuando ellos tengan 20 años ante situaciones de estrés responderán “vuelvo loca a la gente”. 

Existe el círculo de la seguridad creado por Glen Cooper, Kent Hoffman y Bert Powell, donde explican cómo los padres son una base segura en la exploración de sus hijos y les ayudan a organizar las experiencia (más adelante tendrán una imagen con la explicación)

Si has cometido estos errores, no estás sola, cuando nacieron tus hijos no te insertaron un chip con instrucciones para ser madre, pero si vienes con uno muy importante los patrones de crianza que te dio tu familia. Si estas leyendo este blog es porque estas interesada es ser la mejor para tus hijos. 

Las relaciones afectivas con los hijos son tu responsabilidad no de ellos, si así como lo leíste te toca a ti construir esas habilidades de conexión en tus hijos para generar el cambio. 

Te enseño estos elementos claves para fortalecer las relaciones afectivas con tus hijos:

Presencia: Esta presencia, tiene un poder importante la compostura que significa el adulto regulado en estado de calma ante su hijo y tiene una frase reparadora “nadie puede hacerme enojar sin mi permiso”, cuando tus hijos estén en estado de alerta, con malos comportamientos, aquí es donde debes activar tu poder. Ahora te preguntarás pero ¿cómo?, en el momento revisa tu ritmo circadiano, respira profundo las veces que sean necesarias, sonríe, manda buenos deseos y responde al conflicto, aquí debes preguntarte ¿cómo quiero que mi hijo reaccione ante estas situaciones?, ¿y de qué forma puedo ayudarlo?. 

Dato importantísimo, tu frecuencia cardiaca influye en la frecuencia de los otros. 

Disponibilidad: estar presente en la vida de tus hijos, estar disponible cuando más lo necesitan y cuando no se puede estar reparar. Acá es indispensable la constancia, debo de ser constante y coherente con mi disponibilidad tomando en cuenta la compostura, por ejemplo: ante situaciones de estrés me esforzare por mantener la compostura y cuando no la tenga, reparo a través del perdón, donde me acerco a mi hijo y le digo: -perdóname no tuve que hablarte de esa manera me encontraba… 

La respuesta a esta disponibilidad debe ser siempre constante y coherente para que el niño se sienta seguro. 

Conexión: responder a las necesidades con sensibilidad,  empatía, conectando con las emociones y lo que están viviendo. Aquí el niño se pregunta ¿me siento amado?. Estas necesidades se cubren con estos 4 elementos: contacto visual, contacto físico, presencia y el juego. Aquí pueden desarrollar rituales amorosos, utiliza lenguaje asertivo, amoroso y firme, realizar tiempos de calidad, hacer juegos que contengan los cuatro elementos. 

Además, les recomiendo el libro del autor Gary Chapman, Los 5 lenguajes del amor de los niños.

Imagen de: https://emotivapsicoloxia.com/circulo-de-seguridad/

Naty Alvarado

Natalie es parte del Equipo de Psicología Real, es Psicóloga Clínica y tiene 10 años de experiencia trabajando con población infanto-juvenil.

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