Una prisión invisible, el burnout. 

¿Qué tan ocupada está tu agenda? Esta es una pregunta que he escuchado a menudo y que me gusta hacérmela, porque siento que me trae a tierra. En el mundo actual, he percibido que siempre se nos motiva a estar ocupadas, a cumplir con múltiples responsabilidades y a alcanzar metas cada vez más altas, porque al final lo que importa es la productividad y el rendimiento por encima de todo. 

Este ritmo acelerado puede llevarnos al burnout, el cual es estado de agotamiento físico, emocional y espiritual que nos roba la paz y la libertad que Dios desea para nosotras. Cuando estamos quemadas, nuestra capacidad para tomar decisiones y disfrutar de la vida, aumenta la desmotivación, frustración, así como problemas físicos y mentales. ¿Pero cómo esto limita nuestra libertad? 

1. Pérdida de Autonomía

En este estado empezamos a sentirnos como que no tenemos el control sobre nuestras vidas. Las demandas comienzan a ser cada vez más pesadas, haciéndonos sentir con menos tiempo y energía. Empezamos a luchar constantemente contra la sensación de estar siempre “ocupada”, empezamos a ver que todo es urgente, pero no nos queda tiempo para lo importante.

3. Aislamiento Social

El agotamiento también nos puede llevar a aislarnos de los demás. Las relaciones, que son una fuente clave de apoyo y libertad emocional, pueden deteriorarse cuando estamos demasiado agotadas para invertir en ellas. Básicamente nos va robando poco a poco esas conexiones significativas y que nos nutren. 

4. Impacto en la Salud Física y Mental

Nuestro cuerpo empieza a gritar, ya sea con la sensación de fatiga crónica, insomnio, ansiedad y depresión. Lo que hace que no podamos vivir de forma libre y plena.  

Pero siempre hay esperanza, no todo es negro. Hoy quiero compartirte algunas estrategias que me han servido para evitar quedar atrapada en ese agotamiento. 

1. Reconoce y acepta el burnout

El reconocimiento es lo primero. Puede ser difícil admitirlo, especialmente en una cultura que glorifica la productividad, pero aceptar la situación en la que nos encontramos es esencial para comenzar a tomar medidas hacia la recuperación.

2. Descansa Espiritualmente

El descanso es esencial para la libertad y es uno de los elementos que Dios más recalca en la Biblia Salmo 23:2-3, leemos: "En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma". Es necesario para nosotros entrar en momentos de quietud y reposo. 

3. Prioriza el Autocuidado

El autocuidado no es un lujo; es una necesidad del ser humano. Para poder fomentarlo necesitamos aprender qué actividades nos recargan y nos dan energía.

4. Reevalúa tus Prioridades, tu dependencia de Dios.

El burnout puede ser una señal de que es hora de reevaluar tus prioridades y sobre quién estás llevando tus cargas. Pregúntate qué es lo más importante para ti y si tu vida actual refleja esos valores y relación con Dios. Hacer cambios, aunque sean pequeños, para alinear tu vida con tus verdaderas prioridades puede liberar un gran peso y devolverte la libertad que has perdido. 

5. Busca Apoyo

No tienes que enfrentar esto sola. Reconocer nuestra necesidad de ayuda, es uno de los pasos más importantes para ser libres. 

El burnout puede hacernos sentir atrapadas, pero no tiene que definir nuestras vidas. Al reconocer cómo limita nuestra libertad y tomar medidas conscientes para superarlo, podemos recuperar el control y vivir de acuerdo con nuestros verdaderos valores y deseos.

Ahora te dejo este ejercicio de para reflexionar:

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Irly Solera

ASOCIADA SENIOR DEL,EQUIPO DE PSICOLOGA REAL ENFERMERA ESPECIALISTA EN SALUD MENTAL. 10 años de experiencia en el acompañamiento individual y grupal con planes de cuidado basados en necesidades específicas, además, de desarrollo de investigaciones en salud y docencia.

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